María Eugenia Vidal, la electa gobernadora de la provincia de Buenos Aires, ofreció una conferencia de prensa en Bahía Blanca en el año 2013, en el marco de las elecciones legislativas de aquel año. En un momento de la charla dijo refiriéndose a una de las candidatas…”Vale la pena…”. Pregunté entonces: “¿Cuál sería la pena…? María Eugenia me miró…sonrió, estaba sorprendida pero no se molestó…”bueno…respondió…es una forma de decir…”. Allí en ese mínimo gesto me di cuenta que era una política distinta y una persona cordial, atenta y desprejuiciada.
Tengo muchos años de ver y escuchar a políticos y funcionarios y con cada uno de ellos tengo siempre una actitud inquisidora tratando de exponerlos para que de forma inequívoca pueda ver su comportamiento ante los imprevistos. La mayoría se ven superados por la circunstancia y atinan o a no contestar o molestarse. Si no están preparados para una cosa menor como esta, menos lo estarán para las dificultades mucho mayores que deben afrontar.
Y estoy hablando desde notorios personajes como Carlos Menem o Néstor Kirchner a otros que han ocupado diversos cargos, gobernadores, legisladores, presidentes de partidos políticos o “prometedores” candidatos.
Por ello no me sorprendió el triunfo de María Eugenia Vidal en el difícil distrito de Buenos Aires. No es posible que ese carácter y las bondades de su personalidad no sean advertidos por otros ciudadanos. Pero más allá de ello, lo que si me hubiese sorprendido es que triunfara alguien como Aníbal Fernandez. Me resistía a creer en un comportamiento de tamaña naturaleza de parte del electorado pese a lo que los medios, a quienes les sorprendió el triunfo de Vidal, insistían en promocionar como victorioso.
A quienes me consultaban les respondía que estimaba el triunfo de Macri y de Vidal en la provincia de Buenos Aires, agregando que me costaba separarme de las encuestas de nuestro periódico y mi percepción de lo que pensaban los ciudadanos del interior de la provincia, muy críticos de la gestión de Scioli y el kirchnerismo. Cuando el interlocutor me refería a que el voto del conurbano es totalmente diferente y mayoritario hacia el oficialismo, mi respuesta era y es…”en parte…el conurbano representa el 40% de los votantes de la provincia…no creo sea muy holgado el triunfo de Scioli…en el mejor de los casos será 50 y 50…pero como el interior de la provincia es 60 a 40 a favor de Vidal…gana esta…” Más o menos así resultó la elección…de modo que ¿Cuál es la sorpresa? Solo el encierro de quienes viven en la burbuja de los medios dominantes y a espaldas de la gente.
Aun hoy, luego del resonante triunfo de María Eugenia Vidal, lo atribuyen antes a un voto anti Fernández-Scioli que a favor de la candidata de Cambiemos, con lo cual se contradicen a ellos mismos cuando sostenían que la gente votaría por un cambio.
La cuestión ahora es de que será capaz la joven gobernadora. Encuentra una provincia desbastada por un Scioli que en aras de ser el candidato de Cristina y no contradecirla exigiéndole el dinero que le corresponde a los habitantes, los sometió a sufrir el brutal abandono en escuelas, hospitales y rutas y el constante aumento de impuestos y contribuciones. También se verá sometida a las presiones de sindicalistas mercenarios como ya lo están haciendo los del gremio docente anticipando reclamos con una firmeza que no mostraron a lo largo de 8 años de desgobierno de Scioli. Y por supuesto a la necesidad de dar respuesta tantas demandas pendientes de la sociedad.
Pero lo que estoy seguro es de las cualidades de Vidal. Sabrá llevar adelante su gestión con prudencia, paciencia, honestidad y orientada al bien común. No es mujer de andar haciendo pactos con las dificultades…las enfrenta…y sobre todo sabe que VALE LA PENA.
Mario R. Martín