Me llamo Graciela Palma Arizaga; tengo entre 52 y 54 años, porteña o bonaerense, realmente no lo sé. Mi partida de nacimiento tiene datos inventados. Tengo DNI en su formato más moderno pero lo que dice no es cierto. Tampoco puedo presentarme ante los médicos con la verdad ni responder sobre mis antecedentes.
Estudié ruso y supe muchos años después que mis orígenes serían en parte eslavos. Hice muchas cosas sin entender por qué las hacía o por qué me apasionaban y otras no pude, como por ejemplo, dibujar en la escuela mi árbol genealógico. Mirarme el ombligo me remitió siempre a un vacío, sin respuestas. Inclusive en cosas banales como leer el horóscopo por ignorar mi fecha de nacimiento real.
Creí que era adoptada pero descubrir la ilegalidad, la mentira, fue doloroso.
Cuando tomé conciencia de mi situación descubrí a muchísimas personas con las mismas incógnitas.
El Derecho a la Identidad es un DDHH, legítimo, constitucional que tenemos cada uno de los ciudadanos: el Derecho a conocer la verdad personal.
Vivimos una década donde no existimos para el Estado, donde al dolor personal sumamos el de sentirnos culpables porque nuestro año de nacimiento se transformó en una traba. Nuestras búsquedas no significan judicializar, no nos tienen que cambiar el apellido ni restituirnos.
Se hicieron las cosas mal, hoy lo sabemos, sin tener en cuenta las consecuencias, sin pensar en nosotros. Somos producto de una práctica social de muchos años que llevará tiempo cambiar pero no dudo que de a poco se revertirá.
En pleno siglo XXI la mirada es otra y se trata de recuperar valores como el respeto y la dignidad. Hoy sentimos que es posible reiniciar el camino con honestidad, el valor de la palabra, con la Verdad.
Pero necesitamos que primero la verdad sea parte de nuestra vida.
El Estado puede cumplir con su deber, ya tiene las herramientas necesarias: ampliación (y ordenamiento) de la CoNaDi y del BNDG.
Se puede trabajar en políticas públicas para que nadie más se sienta excluido por que los DDHH no son un negocio ni privilegio de algunos.
Sr. Presidente, creo en la Universalidad de los DDHH, creo en sus palabras: honestidad, transparencia, diálogo, unión, verdad porque no son utopías, así debería haber sido siempre.
Le pido que el Derecho a la Identidad en su completa dimensión forme parte de su agenda.
Trabajar por la Verdad, en la Verdad y desde la Verdad es posible, sin peleas, sin agresiones. La Verdad, sana.
Graciela Palma Arizaga (Ciudadana sin identidad), DNI (con datos falsos) 16.496.527 – palmagraciela@gmail.com – www.identidadbiologica.blogspot.com