Comunicado de la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias (CEEA) y la adhesión en todos sus términos de la Mesa Nacional de Productores de Leche.
Con el cierre de las exportaciones de productos lácteos, se cierran también las pocas esperanzas que le quedaban al productor de poder sacar adelante la grave situación económica y financiera que atraviesa.
Nunca estuvo en juego el abastecimiento de la mesa de los argentinos ya que en los últimos 21 años, nuestro país registra una producción con excedentes y un nivel de consumo por habitante similar al de los países más desarrollados.
El quiebre de los productores es consecuencia de las desacertadas políticas aplicadas al sector que provocaron un pobre desarrollo con más de quince años de estancamiento en la producción.
Se ha deteriorado el marco institucional, provocando un clima de máxima incertidumbre y la ruptura constante de las reglas de juego producto del desconocimiento total por parte de las autoridades del funcionamiento de la cadena láctea sumado a la superposición de incumbencias y la ausencia de atributos para la definición de políticas en áreas específicas del sector público.
Es una incongruencia que el jefe de Gabinete junto a los Ministros Carlos Casamiquela y Débora Giorgi, y los funcionarios del Ministerio de Economía, Secretaría de Comercio, Agricultura, Subsecretaría de Lecheria, Cancillería, AFIP y Aduana, convoquen a toda la cadena láctea para analizar cómo lograr un aumento de la producción anual del 7% y que la primera medida tomada sea cerrar las exportaciones, cuando desde hace dos décadas todo el crecimiento de la producción debe ser exportado.
El sector atraviesa por un proceso de fuerte ajuste de precios relativos, producto del impacto que ha generado la devaluación en los diferentes componentes del costo de producción que hoy ronda los $3,07 por litro y el desalineamiento del precio que recibe el productor que en enero promedió $2,30 por litro. De mantenerse la situación donde los costos suben por el ascensor y los precios al productor por la escalera, caerá la producción.
Vemos inevitable el rompimiento de la cadena de pagos y la salida de la actividad de muchos productores tamberos y esto, sin duda, va a afectar el empleo y el nivel de actividad de los pueblos del interior.
La mala leche del doble discurso
La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa denunció hace días las consecuencias del doble discurso o doble comando de las políticas ganaderas, y lamentablemente las mismas han llegado ahora a la lechería.
Con la nueva restricción impuesta a las exportaciones de lácteos, el gobierno nacional exhibe una nueva y grave contradicción entre su discurso en apoyo al crecimiento de la producción y las exportaciones lácteas, y la realidad de intervenciones que apuntan en sentido contrario.
En momentos en que el productor tambero padece las consecuencias del desfasaje entre un precio de la leche insuficiente y costos cuya carrera alcista se acentuó a partir de la devaluación, la aplicación de medidas restrictivas al comercio exterior y el freno a la competencia por la materia prima sólo habrán de acarrear mayores quebrantos y desaliento, postergando una vez más cualquier posibilidad de crecimiento.
Mientras los productores lecheros de nuestros países competidores se benefician de la excelente situación del mercado internacional, generando inversiones, mayor producción y fuentes de trabajo; el gobierno nacional, a contramano del mundo, somete a la lechería a un nuevo e irracional apriete, condenando al sector y al país, una vez más, a la pérdida de una magnífica oportunidad. CARBAP
Comisión de enlace de entidades agropecuarias
La política ganadera del gobierno nacional sigue acumulando fracasos
El gobierno nacional profundiza la destrucción de la ganadería, al persistir con la política que llevó al rotundo fracaso de la actividad: el cierre de las exportaciones de carne y la intervención de los mercados a través de normas no escritas, y medidas que no permiten tener previsibilidad alguna.
Los productores, al igual que los consumidores, también somos víctimas de la política ganadera oficial. Cabe recordar que desde 2006 se viene aplicando un modelo cuyos resultados fueron la pérdida del 20% del stock vacuno, la destrucción de empleo del sector (alrededor de 22 mil puestos de trabajo menos) y el cierre de más de cien frigoríficos.
La Argentina, por su parte, perdió el liderazgo en el mercado mundial de carnes que supo tener en la historia. Pasamos rápidamente del 3º al 12º lugar en el ranking de exportaciones, habiendo incumplido en estos últimos años con la llamada “cuota Hilton”. Aunque parezca mentira, por las políticas aplicadas estamos en el mismo volumen de producción hoy, que en la década del ’70. Pasaron cuarenta años y en ganadería no hemos avanzado nada.
Todo esto conllevó a una fuerte pérdida de ingreso de divisas para el país. Además, la debacle de los ganaderos se aceleró por efecto de la inflación del 25% anual. Hoy, los valores que percibimos los productores son iguales a los de hace 2 años. La rentabilidad es negativa, y así lo demuestran los altos porcentajes de faena de hembras jóvenes. También debe tenerse en cuenta que los productores de menor escala atan sus ventas a las necesidades familiares, y que al tener que vender cada vez más terneros para subsistir, se va entrando así nuevamente en un proceso de disminución del stock ganadero.
En 2013, el porcentaje de hembras en la faena fue de entre 42 y 43%, un 3% mayor que en el mismo período de 2012, acercándose al umbral de entre 44 y 45% que es estimado como el máximo para entrar en un proceso de liquidación de vientres.
La situación es más grave aún por el hecho de que pese a haber cambiado las autoridades el Ministerio de Agricultura de la Nación, se persiste en la política de dar la espalda a los ganaderos. El ministro se reúne con todos los eslabones de la cadena de la carne, menos con los representantes de los productores.
Desde las entidades que integramos la CEEA debemos recordar que poco después de asumir, el ministro de Agricultura había dicho que buscaría un sistema de Registros de Operaciones de Exportación «transparente, claro, fluido, casi automático». Pero hoy ese registro está totalmente paralizado y sigue siendo utilizado desde la secretaría de Comercio Interior para cerrar las exportaciones abruptamente, desconociendo que los mercados mundiales necesitan de un marco estable y que exigen un elemento que la Argentina ha perdido para sus proveedores históricos: la confianza, atributo que este gobierno se dedicó a demoler para nuestro país.
Lo que necesitamos son políticas de largo plazo y reglas claras, antes que mecanismos distorsivos. Hacen falta herramientas que permitan una recuperación definitiva del stock ganadero perdido, que incluyan la asistencia crediticia a los productores, con especial énfasis en los de escala pequeña y mediana, que son los que más han sufrido con el modelo actual. Así, se podría garantizar la carne para la mesa de los argentinos y una sólida posición en los mercados externos.