Comenzó un nuevo campeonato de fútbol de primera división organizado por la AFA, ahora denominado Superliga, con un formato ridículo, de todos contra todos sin posibilidad de revanchas y lo que es peor, ventaja de jugar solo de local para algunos.
No importa para el análisis que hacemos. Solo no podrá determinar un legítimo campeón ni establecer medianamente quien fue el mejor.
No invalida para nada poder apreciar que jugadores juegan más lindo, son más hábiles, mejor se acoplan o complementan, que equipos se ajustan más cabalmente al concepto de jugar bien al fútbol, este maravilloso juego de 11 voluntades, disputando, con un miembro del cuerpo tan inhábil como el pié, un indócil elemento (pelota), tratando de meterla en un arco donde hay un jugador (arquero) que puede utilizar las manos y cualquier parte del cuerpo (cosa que le está absolutamente vedado de utilizar al resto de los jugadores), para impedirlo.
Para peor: Las reglas del juego fútbol están establecidas por un reglamento, exacto como en pocos deportes, y vigiladas y protegidas de que se cumplan por un Juez que las interpreta según su objetivo criterio. Deseos desmedidos de ganar, intereses comerciales y comportamientos venales de dirigentes, periodistas con influencia y buscadores de lucros confunden a los pobres jueces asegurando haber visto infracciones al reglamento como si tuviera alguna importancia su opinión o sentencia y confundiendo al espectador parcial o neutral.
Pese a todo
Con esas consideraciones podemos llegar, solo observando los partidos que comprendieron la primera fecha, a estas conclusiones: sigue habiendo y apareciendo esos únicos jugadores del mundo que distinguieron al fútbol de Argentina, “los barulleros”. En segundo lugar, que en los clubes predomina el criterio de mantener los planteles con escasas incorporaciones y además que cualquier equipo te puede ganar o al menos le ganarán no sin mucho esfuerzo.
Queda en evidencia que en lo inmediato se distinguen tres equipos con más posibilidades de ganar el campeonato y en este orden: Racing, Boca y River. Y dos equipos que pueden ser candidatos según la evolución de las próximas fechas: San Lorenzo y Rosario Central. Del resto, no tenemos opinión formada hasta no verlos en más partidos y puede ser cualquiera (recuérdese la campaña de Defensa y Justicia el campeonato pasado). Tan solo nos animamos a descartar a Banfield, Aldosivi, Arsenal y Central Códoba.
Básicamente el hecho de que la mayoría de los planteles se mantienen con pocas variantes y a favor de incorporaciones que significan un salto de calidad, aseguran una mejor calidad de su juego, dejando a las circunstancias ajenas la concreción en mejor (ejemplo la pre ocupación por el descenso, lesiones).
Los barulleros
Por último y lo más importante, la permanente aparición de buenos jugadores sobre todo de aquellos de características propias de los argentinos: “los barulleros”. Esa que hace la esencia del juego del fútbol: correr la cancha hacia el arco sorteando rivales y evitando le quiten la pelota de la manera “menos pensada”. El engaño como practica esencial para despistar al rival. Y tanto se es barullero para quitar la pelota, amar juego, dar el pase gol o terminar la jugada.
Sobra talento natural solo hacen falta maestros de fútbol, como Carlos Peucelle, Ernesto Duchini, Higinio Restelli, Amílcar Mécico, Víctor Francani, por citar a los que conocí.
Esta primera fecha nos dejó algunas confirmaciones y apariciones: Walter Montoya, Gabriel Carabajal, Nahuel Barrios, Nicolás Reniero, Rubén Botta, Damián Batallini, Cristian Ferreira, Agustín Bouzat, Thiago Almada, Jonhatan Menéndez, Augusto Solari, Nicolás Fernández, Domingo Blanco, Martín Benítez, Eduardo Salvio, Mauro Zárate, Norberto Briasco, Marcelino Moreno, Maximiliano Comba, Mauro Formica. Esenciales en el juego, con más o menos influencia en el equipo por ubicación y acople con sus compañeros y disposiciones tácticas y estratégicas de los mal llamados Directores Técnicos y más ajustado nombre de seleccionadores.