Falacias más comunes
Por Bolognani Bukovatz, Orlando Enrique (*)
Sobre la seguridad o los hackeos
Es bastante frecuente leer o escuchar opiniones sin fundamento sobre la seguridad del “voto electrónico ¿?” sin decir a qué sistema se refieren, lo cual indica que no conocen bien el tema. Debemos tener siempre presente algo fundamental: que la seguridad no depende del soporte de la información (papel o archivos digitales) sino de las personas que controlan cada etapa del ciclo electoral; si estas personas no son confiables no hay democracia que pueda sostenerse, ni con urnas ni con computadoras.
En el sitio www.votoelectronico-gys.com.ar, archivo titulado “Por qué el VEGyS es seguro”, refuto detalladamente todas esas falacias que andan circulando; aquí adelanto algo sobre las más usuales:
– “Si un muchacho travieso pudo entrar en los archivos secretos de la CIA, qué se puede esperar del voto electrónico”. Eso ocurrió en los albores de Internet, hoy es imposible. Por otro lado, una cosa es robar información secreta, y otra muy distinta e imposible es falsear resultados (si fuera posible, todos los bancos que usan cajeros automáticos ya habrían quebrado)
– “Bush fue presidente porque hizo fraude en Florida con el voto electrónico”. Transfieren al voto electrónico la antipatía que les produce Bush. Lo cierto es que la Corte Suprema de EEUU dictaminó que no hubo fraude, pero aunque lo hubiera habido no se hizo con el sistema VEGYS.
– “En (algún país o provincia que mejor no meneallo) se hizo fraude con el voto electrónico”. Es cierto, pero al fraude no lo hizo “el voto electrónico ¿?”, lo hicieron gobiernos corruptos que también lo hubieran hecho con urnas. Y en todo caso, no lo hicieron con el Sistema VEGYS.
– “Países tan adelantados como Alemania prohibieron el “ voto electrónico ¿? ”
Lo cierto es que la Corte Suprema (la alemana, no la argentina) declaró que un sistema que se estaba usando (que no era el VEGYS) era incompatible con la Constitución Nacional (la alemana, no la argentina). El fallo de la corte alemana se basó en que un ciudadano común, que sólo sepa contar y leer, debe poder auditar una elección por sí mismo, sin basarse en la opinión de expertos. Argumento poco convincente, pues equivale a optar por el obsoleto sistema de urnas que podría ser prohibido con ese mismo argumento, pues el ciudadano común sólo podrá controlar la urna pero no la transmisión de los resultados y menos aún la suma de los resultados de todas las mesas.
Por otro lado, hay países tan adelantados como Alemania y con mejor tradición democrática y jurídica, que utilizan diversos sistemas de voto electrónico; por ejemplo Estados Unidos.
La falacia de la falta de madurez o ignorancia del pueblo
Es muy frecuente escuchar a políticos, periodistas y politólogos dudando de la madurez del pueblo argentino para votar con computadoras. Pero lo cierto es que hoy cualquier persona sabe usarlas salvo excepciones muy fáciles de subsanar, como se vió en la elección realizada en Cabildo para que su pueblo eligiera la obra preferida (ver el relato en www.votoelectronico-gys.com.ar)
La falacia del “sistema ya probado”
Se usa para justificar la instauración de algún sistema carísimo y opaco diciendo: “Lo adoptamos porque ya se usó en tal otro lugar y fue existoso”. Es lo que están haciendo muchos de los que patrocinaron el Sistema MSA que se usó en Salta y en la CABA. Pero lo cierto es que el calificativo de “exitoso” lo esgrimen para justificar el enorme gasto y para ocultar la falta de transparencia y la usurpación de la facultad de escrutar que corresponde al Juez, y de paso descalifican a todos los otros sistemas que nunca se usaron en elecciones reales.
Si realmente se quiere probar un sistema no es necesario esperar una elección real, es preferible usarlo en un escritorio y verificar dos cosas:
1- Si es fácil de usar. Para esto basta con ponerlo a disposición de todas las escuelas y dejar que profesores y alumnos “jueguen a la democracia”.
2- Si es seguro. Para averiguarlo basta con ponerlo a disposición de todo el mundo en Internet, como ocurre con el VEGyS, para que cualquier persona pueda simular elecciones registrando los votos por escrito, luego escrutar con el sistema y comprobar que los resultados coincidan con los registrados por escrito.
Personajes típicos
- a) Funcionarios de Direcciones Electorales:
Cada Poder Ejecutivo, provincial o nacional, tiene algún organismo denominado “Dirección Electoral” o algo parecido, encargado de imprimir boletas y sobres, armar urnas, custodiarlas, distribuirlas, recogerlas y realizar tareas afines. Sus funcionarios asesoran a las autoridades políticas, saben mucho sobre voto con urnas y las leyes en que se basa y a eso se aferran, oponiéndose al VEGYS pues temen quedarse sin trabajo si dejaran de usarse las urnas y el control de las elecciones pasara al Poder Judicial. Temor infundado, porque pasarían a depender del Poder Judicial y en vez de manipular urnas y boletas impresas actuarían como DJE.
- b) El círculo áulico de los políticos conspicuos:
Ningún político de primero o segundo nivel atiende personalmente el teléfono ni el correo electrónico, para eso tienen un séquito de personas actúan como filtros de audiencias, correspondencia y llamadas telefónicas. Estas personas dominan el armado de boletas-sábana y sueñan con ser incluidos en alguna, y en cuanto aparezco en la sede partidaria o por e-mail tratando de interesar en el VEGYS al político en cuestión, me ven como un futuro rival para conseguir un lugar en la sábana; nada hay más erróneo, pero así me ven y así me tratan: trabas, demoras e intrigas.
- c) Los políticos:
He presentado el VEGYS a muchos políticos. Casi todos me trataron como si me estuvieran haciendo un favor al escucharme y como si me estuvieran tomando examen, sin percibir que era exactamente al revés. Elogiaron al VEGyS, ninguno formuló objeciones, pero ninguno hizo algo por instaurarlo y todos trataron, con mayor o menor disimulo, de no hablar más de este asunto. Cabe preguntarse por qué. Las respuestas son varias:
– Algunos políticos se oponen a institucionalizar el VEGYS porque dominan el armado de sábanas horizontales a la cuales deben su poder, y con el VEGYS esto es imposible pues presenta cada categoría por separado. También dominan el armado de las listas verticales de legisladores, y como el VEGYS da la posibilidad de votar por legisladores individuales, quieren cerrar toda posibilidad de que eso llegue a ocurrir.
– Al ser tan fácil y sin costos organizar una elección con VEGYS, los partidos podrían tomar muchas decisiones consultando a sus afiliados (por ejemplo: quiénes integrarán las listas de candidatos y en qué orden), pero muchos políticos no quieren democracia interna, o son una mera oligarquía sin afiliados.
– Otros intentan inicialmente patrocinar al VEGYS, pero luego perciben que tendrán que dedicar cierto tiempo y esfuerzo para estudiar a fondo la legislación electoral y proponer cómo reformarla, pero carecen de tiempo porque viven acuciados por los temas del momento que les impiden pensar en el mediano y largo plazo. Además perciben que deberán enfrentar resistencias incluso dentro de su propio partido, entonces desisten de tal patrocinio.
– Otros creen (o simulan creer) que se necesita un alto nivel de conocimientos informáticos para entender el VEGYS, y por ello me derivan a un experto en informática en lugar de dedicarle unos minutos para aprenderlo personalmente. Tal derivación es una mera excusa para eludir el tema electoral que saben está plagado de vicios pero no se atreven a encararlo. Ese experto en informática nada sabe de aspectos jurídicos y políticos que son lo verdaderamente importante, y suele ser un cliente o subordinado del político; su asesoramiento simula objetividad pero responde a lo que su jefe desea o le ordena: “Dame argumentos para desecharlo”.
– Otros no le prestan la debida atención por un prejuicio: al ser el VEGyS gratuito, de autor casi desconocido y no tener detrás políticos que lo asuman como propio (salvo honrosas excepciones), lo consideran como un producto “casero”, que podría servir para que los estudiantes practiquen democracia pero no para “elecciones en serio”, aunque en realidad es todo lo contrario.
– Al ser el VEGYS gratuito no da lugar a sobornos, por lo cual algunos prefieren alquilar máquinas carísimas.
– Resistencia al cambio, o haraganería intelectual: conciente o subconscientemente piensan: “Así como estamos actualmente, tengo ya mi puesto asegurado y bien rentado dentro del esquema político……. ¿por qué complicarme la vida con cosas nuevas que me pueden cambiar ese esquema?”.
Casi todos coinciden en que hay que usar “voto electrónico ¿?” pero sin decir con qué, y presentan o apoyan proyectos que delegan en el Poder Ejecutivo la facultad de decidir por decreto qué sistema usar siempre que cumpla requisitos tan obvios que parecen perogrulladas: que sea fácil de usar y difícil de hackear, que no vulnere el secreto del voto, y algunos más, tan obvios que cualquier sistema los cumple. No sé si por malicia o por ignorancia, pero ninguno propone requisitos republicanos, por ejemplo: que el sistema sea gratuito, propiedad del Estado, y tan sencillo de usar que todo el ciclo electoral pueda ser ejecutado por personal del Estado conocido y controlado por el Juez Electoral. Una excepción: la Diputada por Santa Fé Alicia Ciciliani propuso estos requisitos en un artículo que publicó en La Nación el 29-2-2016.
Esos proyectos con requisitos de Perogrullo son un peligro, porque posibilitan que el Poder Ejecutivo haga algún arreglo espurio con una empresa con sólo alegar que el sistema alquilado los cumple. Confío en el Presidente Mauricio Macri, pero no en su entorno donde pululan lobbystas y “operadores” de dudosas atribuciones (como ha ocurrido en todas las épocas y en todos los países). Más de una vez algún traidor logró hacerle firmar a un Presidente, de buena fé, un decreto que encerraba coimas. Recordemos que a Irigoyen le daban a leer diarios falsos hombres de su confianza que a sus espaldas estaban conspirando para derrocarlo.
- d) Las empresas que imprimen boletas
Con el sistema actual se imprime una cantidad de boletas 10 o 20 veces superior a la que realmente se usará, pagadas con el erario público y por los partidos políticos. Esto implica un negocio de cientos de millones de pesos, y es muy probable que incluya algún “retorno”. En cualquier caso, ese negocio se acaba si se instaura el VEGYS.
- e) Los seudo-científicos
Tienen títulos que ostentan en trabajos que publican, pero no cumplen con el requisito fundamental para todo científico: demostrar experimentalmente sus teorías. Enumeran los requisitos que debe cumplir el “e-voting” (en inglés impresiona más), pero no son capaces de desarrollar un sistema que los cumpla. A más de uno le propuse hacer el experimento que propongo en www.votoelectronico-gys.com.ar y respondieron con evasivas, por ejemplo: que ese experimento no tiene validez científica porque depende de la habilidad de los hackers; pero no proponen un experimento que tenga validez científica.
Final abierto
En aras de la brevedad aquí termino con los mitos y las realidades, pero queda bastante por decir. Quedo a disposición de los lectores si me escriben a obologna@bblanca.com.ar o me llaman a los teléfonos (291) 452 3968 ó (291) 154 26 71 59, para profundizar cualquier aspecto o aclarar dudas. Si alguien quiere manifestar sus discrepancias serán bienvenidas, son la esencia de la democracia, pero debatamos partiendo de las siguientes premisas y que me demuestren lo contrario (si pueden):
1 – Quienes consienten que un poder ejecutivo (nacional, provincial o municipal) controle una elección y no que la controle un Poder Judicial, es porque quieren hacer fraude.
2 – Quienes no quieren instaurar el voto electrónico, o alegan que es mejor la boleta única impresa, es porque quieren seguir usufructuando los vicios electorales propios de las boletas impresas y el voto arrastre.
3 – Quienes prefieren el voto electrónico alquilando costosas máquinas especiales, o hacer la suma de mesas contratando a una empresa, en lugar de usar el gratuito VEGYS, es porque quieren cobrar sobornos y hacer fraude.
(*) Bolognani Bukovatz, Orlando Enrique
El autor es Capitán de Navío (retirado) de la Armada Nacional, y Licenciado en Sistemas. Este y los siguientes artículos son el fruto de varios años de dedicación casi exclusiva al estudio de asuntos electorales. Se presenta a sí mismo diciendo: “SPor sus frutos lo conoceréis” Y agrega: “Fiscalicé numerosas elecciones creyendo ingenuamente que así contribuía a fortalecer la democracia, pero sólo he contribuido a consagrar candidatos que, al ser electos, nada hicieron para acabar con los vicios que caracterizan a este régimen político que estamos soportando. Entonces decidí crear el VEGyS”.