Con las mañas y artimañas, reñidas con la deslealtad y la corrupción que, lamentablemente, caracterizan a los argentinos en el mundo, la selección de futbolistas en el extranjero que representa a la Argentina en el Mundial de Rusia 2018, le manoteó el partido a Nigeria ganándole por 2 a 1 y con ese resultado poder avanzar a los dieciseisavos de final, donde enfrentará a Francia.
Escribió de esa manera una nueva página desvergonzada de sus logros conseguidos a punta de metralla y soborno (mundial 1978), goles con la mano (México 86) y comportamientos vergonzosos (Londres 1966), fiel reflejo de una sociedad a la que no importan los medios para lograr sus objetivos, sean ellos robar, matar,sobornar o ver morir de hambre a sus semejantes. Es todo un emblema que el gol del triunfo lo convierta un jugador surgido del Club que protagonizó las más bochornosas situaciones en partidos de fútbol.
Del partido
Desde el inicio a favor de una enjundia que no se vio en otros partidos, Argentina se lo llevó por delante a Nigeria con un despliegue de marca y fervor como no se había visto en los dos anteriores, advirtiéndose desde el mismo comienzo la predisposición del árbitro a conceder permisos fuera del reglamento para que Mesi, un ícono de la venta de entradas y televisación del Mundial, no quedara afuera tan temprano.
Consciente o inconscientemente los jugadores se sintieron respaldados, controlando la pelota por mayor tiempo y concretando algunas acciones coordinadas, es cierto sin peligro para el arco de Nigeria, excepto cuando el juego pasaba por los pies de Messi. Los nigerianos mucho ayudaron con la escasa y desconcertada marcación que ofrecieron.
Así y todo, las situaciones propicias se le ofrecieron a la Argentina en cuanto Nigeria salió del asedio y pudo sacar el contra golpe vía Di María o Mesi, como sucedió en el gol que le dio a la selección la ventaja inicial.
Nigeria tuvo una situación propicia para empatar, en la cabeza de su centro delantero, desbaratada por una acción de Rojo quien levantó la pierna a la altura de la cabeza del jugador Nigeriano en clara infracción merecedora de penal o al menos jugada peligrosa que el complaciente árbitro turco ignoró.
Las dudas en la defensa volvieron a mostrarse al inicio de la segunda parte ante los tibios ataques de Nigeria que se adelantó en el terreno buscando el empate. La falta de coordinación en uno de esos culminó en un córner del cual provino el agarrón de Mascherano a un jugador nigeriano que el árbitro turco no observó pero fue advertido por el VAR para transformarse en penal y así Nigeria empatar el partido.
Argentina salió como un león herido en busca del gol que le diera la clasificación, llevándose por delante a los tímidos nigerianos que eran empujados por la decisión de los argentinos y la complacencia de árbitro dispuesto a conceder el mínimo roce como tiro libre.
Aprovechándose de la inocencia de los nigerianos en la marcación y los recursos ordinarios de las pérdidas de tiempo, la selección de Argentina lo fue acorralando contra su arco. Ya no importaba el modo, había que meterla como sea. Mascherano, cortado y sangrando, siguió en la cancha sin que nadie dijera nada. Un despropósito antirreglamentario. Una manifiesta actitud de desprecio a compañeros y adversarios. Estuvo cara a cara con el juez del partido y este nada dijo contraviniendo expresas normas al respecto. Tampoco ninguno de sus compañeros dispuestos a permitirse cualquier trampa con tal de ganar el partido. Todo un símbolo del patoterismo tan propio de los cobardes barras bravas llevado al campo de juego. Todo un mensaje para los atónitos nigerianos de que serían capaces de cualquier cosa con tal de ganar el partido y nadie iba a defenderlos, por más cuarto árbitro y VAR que hubiera.
Los nigerianos advirtieron que todo estaba en su contra, solo les quedaba el último recurso de que la pelota solo no entrara en su arco. Ya no habría justicia para ellos. Como en el penal que comete Rojo, sacando la pelota con la mano y que una vez más el árbitro turco ignoró. Las protestas de los nigerianos fue tibia pero el VAR obligó al referí a revisarla. Por supuesto la desestimó. No estaba dispuesto a dejar a Mesi fuera del mundial (Una mano aún más discutible que esta le otorgó un penal a Portugal contra Irán, lo que refuerza la idea de que los árbitros deciden sus fallos según las necesidades de los organizadores).
Llegó el gol de Rojo, una corajeada tras un centro desesperado de Mercado ante la impotencia de llegar con pases y jugadas. Y se consumó el triunfo que deposita a Argentina en la próxima instancia donde enfrentará a Francia.
La selección de Argentina, con fervor, prepotencia, desapego al reglamento, aprovechándose de las debilidades de los nigerianos, las complacencias del árbitro y el entusiasmo de Messi, logró su objetivo. Su juego volvió a ser inconsistente, inconexo, dubitativo en defensa, muy dependiente de algunos aciertos individuales, especialmente de su número 10.
Las probabilidades futuras no son las mejores, pero se sabe, esto es un juego…un negocio y Argentina sabe mucho de convivir en la pobreza y proclamar su riqueza.
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