Brindó una charla motivacional en Venado Tuerto
Hace un año y medio que Javier Hernández Aguirán comenzó a realizar charlas motivacionales con un objetivo ambicioso: «Cambiarle la mentalidad colectiva a una sociedad». Aun sabiendo que semejante propósito no se concreta hablando en público, él está convencido de que es «un punto de partida». Javier tiene 35 años, vive en Zaragoza y nació sin brazos, impedimento físico que no fue tal a la hora de recibirse de periodista y ejercer la profesión, jugar al fútbol con amigos, realizar el curso de director técnico y participar de los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 como nadador, donde obtuvo un octavo puesto.
Estuvo contando su historia y dando su mensaje en Venado Tuerto, en una Casa del Bicentenario colmada de público, que se emocionó y aplaudió con generosidad. Allí ofreció la charla motivacional “De los pies a la cabeza”, que contó con el apoyo de la Municipalidad de Venado Tuerto, a través del Área de Discapacidad y de Federada Salud. Participaron del evento funcionarios municipales encabezados por la coordinadora de Gabinete, Norma Orlanda.
Su presencia en la ciudad fue posible gracias a su amistad con Mauricio Tano Piersimone, a quien conoció «cuando estuve escribiendo la biografía de Luciano Galletti, un ex futbolista que fue compañero suyo en Estudiantes y a partir de ahí (2010) hemos mantenido el contacto. Luego se volcó hacia la posibilidad de realizar esta charla y salió todo impecable», destacó.
«La gente puede ver en el inicio cómo una persona sin brazos consigue hacer una serie de cosas con los pies, pero si nos reducimos a eso, puede entretener y ser admirable, pero no sirve de nada. Lo que sirve es que yo diga que lo que hago es porque es posible, y que fui aprendiendo de niño, como los demás, centrándome en lo que tengo y no en lo que me falta. No tengo brazos pero sí pies y cabeza que puedo optimizar», explica Hernández Aguirán, quien aclara de todos modos que «yo me expongo porque es un caso muy visible, pero no porque considere que tiene más méritos que ningún otro».
Sin temor a la vida
El mensaje que da Javier no está pensado solamente para personas que sufren alguna discapacidad, entendiendo que «no hace falta ser discapacitado para acobardarse, uno de los problemas que tenemos como sociedad (por lo menos la española) es que ante la crisis económica que tenemos desde hace seis años, nos convirtieron en una sociedad con mucho miedo, que es lo peor que puedes tener. Muchas veces no puedes salir porque te has metido solo en la trampa y tienes una familia que mantener, pero hay que entender que las situaciones económicas van y vienen y a veces no dependen de uno mismo, por eso creo que lo importante es cómo queda la sociedad ante cada circunstancia». Por eso, la charla «termina diciendo que seguramente no podremos cambiar el mundo, pero vamos a empezar por exigir que el mundo no nos cambie a nosotros, que nunca perdamos la valentía para hacer cosas».
Y ahí está el ejemplo de este zaragozano que a los 30 empezó a entrenar como nadador y a los 33 ya estaba en unos Juegos Paralímpicos. «Con 29 años dejé mi tercer medio de comunicación con contrato fijo, yo tengo un 90 por ciento de discapacidad y era 2008, cuando en España azotaba la crisis. Era una decisión malísima, pero terminó evolucionando en que no lo fuera por lo que me tocó vivir después. Hay que tomar decisiones, ser valiente, actuar y vivir; porque creemos que le tenemos miedo a la muerte, pero en realidad le tememos más a vivir», afirma con sabiduría.
Siempre un paso más
A Javier le enseñaron a nadar desde pequeño para que no se ahogara si caía en una pileta, pero su deporte favorito siempre fue el fútbol, que lo practicaba con amigos: «Yo no era el mejor, pero me manejaba; no era el peor ni mucho menos, me costaba un poco más y me tenía que anticipar a la jugada para pensar qué hacer antes de recibir la pelota, inclusive haciendo algún regate. Por eso me animé a hacer el curso de director deportivo, dado que el juego lo tengo en la cabeza, de lo contrario no habría podido jugar hasta los 30 años con gente sin discapacidad».
Su convicción y deseo era integrar el equipo de fútbol, pero por su tipo de discapacidad, los únicos deportes que podía practicar eran atletismo y natación, y se decidió por este último, pensando en que no llegaría a clasificar a los Paralímpicos de Londres, pero que al menos podría mejorar en lo físico. Es que luego de ejercer siete años como periodista, Javier notó que había dado pasos atrás en su cuerpo por la manera de escribir, con el teclado al suelo para utilizarlo con los pies, quedando en una situación forzada para sostenerse. El cuerpo le dio un aviso y los dolores eran intensos.
Hizo un plan progresivo pensando en llegar a los juegos de Londres, entrenando con mucha intensidad, pasó de un par de días a la semana a 12 sesiones semanales al momento de integrar el equipo nacional. En el medio, hizo la biografía de Galletti, que lo tuvo cuatro meses fuera de las piletas.
Así y todo, contra sus propios pronósticos, Javier llegó a los Juegos Paralímpicos, compitió en tres pruebas y llegó a la final en 50 metros Espalda. «Cuando arranqué, todos me dijeron que estaba loco, y al final muchos de esos fueron a Londres a ver la final, porque hay que creer y confiar en uno mismo», remarca.
«No conozco ningún caso en el mundo de un deportista que haya empezado a entrenar a los 30 y llegue a competir en los Paralímpicos, que son profesionales, a la par del resto de los deportistas de élite en los países que entienden la diversidad de una manera más evolucionada», afirma. Claro que no es el caso de España, donde «solo puedes vivir del deporte si eres medallista, si eres cuarto ya te pagan una beca mísera y de quinto para abajo, nada. Yo terminé octavo y no he recibido ni un euro», lamenta.
Huésped de Honor
Mediante el decreto municipal 117/14, durante su estadía en la ciudad Javier Hernández Aguirán fue declarado “huésped de honor”, expresando el Departamento Ejecutivo “en este sencillo homenaje, el beneplácito de la ciudadanía venadense toda de poder compartir las vivencias de quien ha demostrado que el esfuerzo, la voluntad y la convicción en el logro de los objetivos son los pilares que fortalecen la personalidad ante las adversidades y los obstáculos, digno ejemplo a imitar”.
“Como parte de sus actividades cotidianas (Hernández Aguirán) ha incorporado el dictado de charlas motivacionales, en las que narra diversas experiencias en su etapa universitaria y su desarrollo profesional, transmitiendo y demostrando a sus auditorios que los límites de cada uno no están en lo físico sino en lo mental, asegurando que sus circunstancias no son más difíciles que las de otras personas, pero que lo importante -y lo que lo diferencia de los demás- es que ha sabido convertir `debilidades en fortalezas´”, sostiene el decreto.