Tres fronteras – Zulema Maza
Inaugura el 26 de Junio – 19:00 horas – Centro Cultural Recoleta – Junín 1930 – Ciudad de Buenos Aires
Zulema Maza inaugura la muestra individual «Tres fronteras. Observando de cerca»
La artista y su obra
El enfoque diacrónico de las diferencias, es soslayado por la evidencia de las imágenes; los tres ejemplos Esteffany (Perú), Nadia (Paraguay) Delfina (Argentina), resguardados en la pöesis del “aire y los sueños” bachellardiana que apunta a no repetir tanto artísticamente como antropológicamente, que para disipar los prejuicios étnicos no era suficiente con repetir los mismos argumentos contra la antigua antropología física, su medición del esqueleto, sus gradaciones del color de la piel, de los ojos, y de los cabellos…
Si la lucha contra las diferencias presupone hoy en día un diálogo amplio y abierto con la genética de los pueblos se deberá solamente a que los genetistas saben mucho mejor que nosotros demostrar la incapacidad de hecho o de derecho para determinar, en el hombre, la parte innata y la adquirida…
Carlos Espartaco
La exposición TRES Fronteras -observando de cerca- continúa mi muestra de 2012 titulada “Tomasa entre dos fronteras” en la cual presento una serie de fotografías intervenidas de Tomasa, una joven paraguaya que emigra a la Argentina en busca de oportunidades laborales mejor remuneradas, dejando su familia en el Paraguay
Esta exhibición apunta a una reflexión sobre la inmigración de los países latinoamericanos, Perú y Paraguay en particular en la Argentina, la más contemporánea en cuanto a movilización de ciudadanos habitantes de América Latina junto a la Boliviana.
Las protagonistas de este nuevo relato son tres jóvenes mujeres. Nadia de Paraguay, Esteffany de Perú y Delfina de Argentina.
Nadia tenía doce años cuando llegó de Paraguay acompañada de su madre y su hermano. Esteffany es peruana y vino a estudiar a la Argentina, extraña a su hermano pero le gusta vivir aquí, donde puede tomar estudios universitarios y tener más oportunidades que en su patria. Los bisabuelos de Delfina llegaron de Génova y se radicaron en Misiones donde se dedicaron a la forestación, las épocas de bonanza se alternaron con las de miserias, pero quedaron en la memoria los cuentos de la selva, y los ruidos de los saltos de agua.
Zulema Maza enhebra estas tres historias de vida en una narrativa fotográfica que llama Tres fronteras. Desde una visión femenina la artista llega al arquetipo de tres jóvenes inmigrantes (aunque una de ellas de tercera generación) y se pregunta por la identidad. Ellas son parte fundamental del continente americano, latinoamericano más específicamente, y particularmente de un país que se ha definido históricamente como “crisol de razas”. No importan las variantes económicas, de la inestabilidad política y conflictos sociales, miles de inmigrantes siguen llegando a este, el paraíso ausente. ¿Pero cómo sucede esta integración?
Cada una viene con su genealogía, su contexto familiar, su cultura, su raza, arrastra su pasado y convoca su porvenir. Esa situación compleja es resuelta por Zulema mediante un dispositivo eficaz, cada una de las muchachas es retratada con un atributo: una corona, un velo, un pájaro, un abanico, un manto y otros tantos elementos. Con este procedimiento simple, y reduciendo al límite la paleta de colores ejerce una transformación profunda, ellas dejan de ser simples mortales para acercarse a mujeres de otra dimensión, casi sagradas.
Recordemos que en la iconografía cristiana los santos se identifican son elementos específicos, llamados precisamente atributos, si bien se refieren a los martirios, en el caso de las chicas de Zulema no hay dolor sino felicidad y proyección a un futuro venturoso. Nuestra artista hace foco sobre el tema de la identidad, en sus fotos hay libros con textos de poesía y prosa quechua y guaraní, lenguas originarias y olvidadas, muchas veces despreciadas hasta por sus propios dueños, de la mano de Zulema ahora están enaltecidas en un libro que parece un trono donde descansan y gobiernan.
Las tres lenguas funcionan como una metonimia, la parte por el todo, pues recuerdan otras tantísimas lenguas y dialectos vernáculos, muchas veces obliterados por el conquistador de cualquier época. ¡Qué sueño clarificador tener una biblioteca repleta de esta sabiduría ancestral! También aparecen barcos en las fotos, como diagramas fantasmales que recuerdan a las embarcaciones que trajeron de otras tierras a familias enteras o mutiladas, inspiradas o devastadas, a este nuestro país. Ellos, los extranjeros, hoy somos nosotros, los argentinos. ¿Y qué pasará con la generaciones venideras de los hijos de Nadia y Esteffany?, ¿También serán considerados “argentinos”?
En esta serie, hay una pregunta sobre la construcción de la identidad, y a la vez se la plantea como una condición en constante transformación y enriquecimiento. Si bien se parte de individuos específicos y definidos (por más que estén ficcionalizados) hay una enorme proyección a los arquetipos femeninos. La mujer se eleva, o se desdobla y sobre todo se ornamenta, una y otra vez, con una máscara o con un abanico, ambos son como ropajes que sirven para ocultar lo visible y descubrir aspectos invisibles.
Cada una de las chicas es una Venus, en el sentido antropológico del término, es decir la encarnación del eterno femenino, aún con el lenguaje contemporáneo que las construye, siguen remitiendo a la Venus de Laussel, con un cuerno en la mano, o a la de Willendorf son su tocado de siete círculos concéntricos, como así también a Virgen y sus atributos: el libro que lee cuando llega el arcángel Gabriel, el manto que protege a sus fieles, la corona, su trono, la serpiente que aplasta con su pie y otros tantos.
Nadia, Eteffany y Delfina se transforman con su anteojos, velos, tules, máscaras y mantos, dejan de ser cotidianas para elevarse a un dominio trascendente. Si Gustave Flaubert dijo Madame Bovary c´est moi, Zulema podría decir que ella es la síntesis de Nuria, Esteffany y Delfina, tres doncellas americanas, jóvenes, seductoras, reales e irreales a la vez. La identidad que explora nuestra artista se nutre con datos biográficos e individuales, y también con los del Eterno Femenino.
Julio Sánchez