La declaración de Independencia de la Argentina fue una decisión tomada el 9 de julio de 1816 por el Congreso de Tucumán, por la cual declaró la formal ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. La declaración fue realizada en la Casa de Tucumán, ubicada en la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde sesionaba la asamblea. Diez días más tarde, en sesión secreta, el mismo Congreso renunció también a toda otra dominación extranjera, por temor a que la sola mención de España ocultara intenciones de someterse a la dominación de otra potencia extranjera.
Los congresales representantes de las Provincias Unidas, declararon la independencia, pero en la declaración no expusieron ni los motivos ni la forma que habrían de constituirse de allí en más.
Que debería decir
En la declaración no hay fundamentación, principios, objetivos, ni se establece la forma y programa de gobierno. Solo se tomó una decisión: La de no ser colonia de ningún gobierno extranjero.
Esas decisiones quedaron entonces a criterio de cada congresista que representaban las distintas ideas de los habitantes de las provincias contrapuestas entre sí.
Desde entonces el desorden imperó en la nueva Nación y de allí la aparición de los caudillos que sometían a sus provincianos y provincias vecinas. Se declaró la independencia de dominación extranjera pero se dejó sin especificar que las provincias no debían ser dominadas por nadie, a falta del fundamento esencial:
“Los hombres son creados iguales; son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.”
La declaración de la independencia no lo manifestó y entonces cada caudillo gobernó sin respeto a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad reprimiendo a cuchillo y pistola al pueblo que osara reclamarlo, estableciendo gobiernos para su propio beneficio.
Del pacto a la traición
A tal punto reinó la confusión que ni siquiera se ocuparon de expulsar a los militares españoles que seguían controlando los negocios del Rey y cobrando impuestos a los habitantes de las Provincias. Es sabido la resistencia que tuvo que vencer el General San Martín para poder organizar su ejército y emprender la campaña libertadora costeándola con el aporte de patriotas ante la negativa de los gobernantes de turno. La declaración de la independencia debió incluir algo así:
“Con pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho estas provincias independientes. Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor”.
Es que aquellos caudillos no tenían honor, no estaban dispuestos a empeñar sus dineros y mucho menos arriesgar sus vidas.
San Martín si lo hizo…acabó con todo vestigio de presencia española asegurando entonces la libertad de la dominación extranjera. Y cuando concluyó tuvo que irse…lejos de su patria en el acontecimiento más injusto y deplorable que tiene la historia de la Argentina. La declaración de la independencia dejó en claro entonces que el objetivo principal no era el derecho inalienable a la libertad, a la constitución de un gobierno propio que asegure la vida y la búsqueda de la felicidad.
Así se formó nuestra Nación…así somos lo que somos…así estamos como estamos…
Reafirmación de la Declaración
Siempre tenemos tiempo para declarar una nueva independencia o reafirmar con aquellos objetivos y misión y adaptándola a los tiempos…
Deberíamos agregar
…De toda dominación extranjera y de quienes:
Nos han hecho repetidos agravios y usurpaciones, encaminados directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta.
Han prohibido la aprobación a leyes de las más saludables y necesarias para el bien de todos.
Han entorpecido la administración de la justicia, rehusando su aprobación a leyes para el establecimiento de los poderes judiciales o han hecho que los jueces dependan de su sola voluntad.
Han creado una multitud de nuevos cargos y enviado funcionarios a hostigar al pueblo y sacarles sus dineros.
Se han aliado con otros para someternos a una jurisdicción extraña a nuestra Constitución y desconocida por nuestras leyes.
Los que han protegido, mediante juicios simulados, del castigo por los asesinatos de que hayan hecho víctimas a los habitantes de la Argentina.
Los que han impedido comerciar con todas las partes del mundo.
Los que han establecido impuestos sin el consentimiento de los contribuyentes.
Los que han alterado las formas de elegir nuestros gobiernos.
Los que han costeado guerras en contra nuestra.
Han saqueado nuestros mares, devastado nuestras costas, contaminando el medio ambiente y destruido las vidas de nuestra gente.
Han alentado las insurrecciones entre nosotros.
Han puesto de manifiesto un carácter marcado por todos los actos que pueden definir a un tirano, indignos de ser gobernantes de un pueblo libre.
Querido Mario : Totalmente de acuerdo. Desde ya, estas declaraciones y conclusiones hubieran sido necesarias, si no en ese momento de efervescencia (1816), poco después. Las guerras de independencia quedaron en efecto diluidas por el caudillismo y los tiranos que hicieron a su antojo sin pensar en nada más que su poder, su gloria y su riqueza (excepto unos pocos casos de sinceros patriotas). Eso dejó una organización social endeble. De todos modos, la generación del ´80 hizo lo posible para generar un espíritu patriótico y una nación pujante, situaciones que se prolongaron hasta 1930 aproximadamente. Luego volvieron a aflorar aquellas ambiciones egoístas fundadas en una buena retórica, una buena dialéctica y un conocimiento más o menos acabado de la mente humana que se entusiasma con las voces roncas, con las promesas de dinero con poco esfuerzo y con los mensajes mesiánicos (de última, se amenazaba a los votantes o se los compraba con choripanes). Por supuesto, la gran mayoría de estos personajes son abogados pues estudian precisamente cómo convencer sobre cualquier asunto, sensato o no, incluso claramente contrario al pueblo (como decís, impuestos exorbitantes con amenazas de confiscación de bienes, leyes funcionales a los intereses de los funcionarios, protección «legal» para todo tipo de tropelías cometidas por los mismos, etc). Por ello, creo que habría que ir instaurando en la gente una idea de gobierno sin políticos basado en una «Meritocracia (o Aristocracia) Parlamentaria» donde los cargos sean ejercidos por los mejores expertos del país, controlados por un Parlamento suficientemente grande para evitar los contubernios (por ejemplo 600 miembros), reemplazados cada 5 años, cuyos miembros sean a su vez elegidos de entre los mejores currículos presentados al pueblo. No podríamos solucionar todas las injusticias de la sociedad, pero sin dudas viviríamos en un país mucho más justo. Finalmente, y quizás lo más importante, es imperativo elevar las normas morales de la sociedad y llevarlas lo más cercanamente posible a las enseñanzas Bíblicas y las de Cristo ya que sus 10 mandamientos superan ampliamente las 10 millones de leyes que tiene hoy la humanidad. Un gran abrazo y mis felicitaciones por tu interés en la gente y en la justicia verdadera.